SKIN STORYTELLER

Siempre que viajo, me gusta dejar postales o pegatinas por la calle y que se las pueda llevar quién quiera.

Durante un viaje a Berlín, decidí dejar una en el aeropuerto, ya que no lo había hecho nunca. Pensé que unas golondrinas encajaban muy bien porque salían volando como los aviones.

Una vez en el aeropuerto casi que me olvidó, pero me acordé justo delante de mi puerta de embarque.

Y de repente, en el avión, justo antes de apagar el móvil recibí un mensaje por Instagram de una chica que me contó que justamente estaba de viaje con su hermano y le estaba contando que quería un tatuaje de unas golondrinas mirándose mientras volaban. Y que al salir del baño vio mi postal, se la enseñó a su hermano y era exactamente lo que quería.

Y con sorpresa, vieron que no solamente era ilustradora, sino que, también tatuadora.

Ese mismo día me reservaron la cita para cuando volviera.

Increíble, ¿verdad?